La Constituyente como una encrucijada

Entramos en el mes de mayo y como venezolanxs sabemos con certeza que la mayoría queremos Paz. Es algo que no necesitamos debatir. Lo debatible es cómo alcanzar esa Paz.

A mi mente viene un video de menos de 10 min. que ya tiene varios años y se llama "La historia de las soluciones" (The Story of Solutions), entre las muchas cosas interesantes que dicen está que la economía es como un juego que para jugarlo lo primero que averiguas es cómo se gana, cuál es la meta, y esto es lo que guía tu estrategia, tus decisiones. El meollo del asunto es el objetivo. Puedes cambiar la forma de jugar para alcanzar el mismo objetivo o puedes cambiar el juego al plantearte un nuevo objetivo.

Esta ruptura de paradigma es clarificadora. La crisis que atravesamos en Venezuela nos afecta a todxs. Sin importar nuestra afinidad política hemos andado lo suficiente como para tener una cantidad notable de observaciones, críticas y propuestas al proyecto de país que venimos desarrollando.

Desde la oposición no han sido claros en cuanto a sus propuestas. La campaña electoral por el Poder Legislativo (AN) se fundamentó en una "salida democrática" del Ejecutivo, la Asamblea Nacional Constituyente fue una alternativa que manejaron con bastante insistencia y que luego fue desplazada por el Referendo Revocatorio, el proceso de convocatoria de éste último fue el desencadenante de una secuencia de frustraciones que cosechó la dirigencia opositora gracias a la siembra de procesos nada transparentes, estrategias engañosas y discursos evasivos.

Hoy en día vemos esas frustaciones consolidadas en manifestaciones y protestas que la vertiente radical de la oposición ha capitalizado en violencia. Aunque mediáticamente no es admitido, los ciudadanos comunes sabemos que la presencia de calle para muchos va mucho más allá de una manifestación pacífica. Leemos con bastante frecuencia en redes y espacios de comunicación no tradicionales los llamados a generar "ingobernabilidad", a "parar el país" sin llamarlo huelga o paro, a "sacrificar" el derecho a educación de nuestrxs hijxs por la posibilidad de "salir del gobierno" y tener un "mejor país". La matriz comunicacional que pretende asociar los actos vandálicos y violentos con "infiltrados" o "estrategias del gobierno" han tenido que ceder ante la gran cantidad de mensajes de aliento y apoyo a los "valientes" que "luchan por una mejor Venezuela".

La realidad actual nos coloca ante el protagonismo del sector violento de la oposición. Las fuerzas mediáticas han posicionado la confrontación directa como si fuera la única alternativa para quienes disienten del gobierno. La dinámica de la oposición se ha estructurado de una manera que no permite espacio para el disernimiento, sus seguidores están siendo constantemente apabullados con sensacionalismos, coyunturas, alertas que los mantiene en un estado permanente de zozobra.

Nicolás Maduro ha respondido a esto con un movimiento político estratégico e inesperado: ha convocado la Asamblea Nacional Constituyente, el Poder Originario. Su propuesta ha sido enfática en cuanto lo amplia y lo incluyente. El debate ya ha iniciado. La oposición se niega a incorporarse.

Es justo preguntarse ¿realmente el liderazgo de la oposición está reflejando la voz de sus seguidores? ¿Cómo saberlo? Personajes como Freddy Guevara, Julio Borges, Lilian Tintori siguen defendiendo la tesis que "la calle" es el mecanismo para "salir del gobierno", directa e indirectamente van deslastrándose de hipocresías y se apropian de la propuesta violenta como única alternativa y la salida anticonstitucional del gobierno como objetivo. ¿Acaso preparan el terreno para la consolidación de una rebelión armada? ¿Qué tiene que decir sobre esto el opositor "de a pie", el ciudadano común que no coincide con las políticas del gobierno pero tampoco con la tendencia violenta de estos protagonistas?

Sabemos que al menos 3/4 de la población rechaza la violencia. El penoso conteo de víctimas ha alcanzado la cifra de 38 personas. No hay dudas de que la cifra se incrementará si el liderazgo de la oposición sigue a cargo de su rama radical, la que justifica, incentiva y avala la violencia como manifestación legítima de inconformidad. ¿Dónde están las voces de aquellos que no comparten este enfoque? ¿Acaso temen ser relegados políticamente si expresan una propuesta distinta? ¿Por qué tanto silencio por parte de los opositores que no quieren violencia? La marcha de las mujeres marcó una diferencia. No hubo una agenda de violencia. No se vieron los preparativos de confrontación (máscaras, molotov, capuchas, etc.) que vimos en las marchas anteriores. El resultado fue ejemplar: no hubo violencia.

¿Cuál es el siguiente paso? En algún momento la oposición tendrá que asumir que el proceso constituyente está en marcha y ocurrirá con o sin ellos. ¿Será posible que asuman el momento histórico y se incorporen? Estamos ante una encrucijada.

Es tiempo de dar el debate necesario. Esos temas que conversamos en el día a día con las personas que no se distraen con fanatismos ni evasivas mediáticas. Temas como el Arco Minero, el Matrimonio Igualitario, el Aborto. La consolidación de lo que ha sido exitoso y el deslastre de lo que ha entorpecido el crecimiento. En medicina le llaman desbridación al proceso mediante el cual se elimina el tejido muerto con el fin de mantener la salubridad y contribuir con la curación del tejido restante, no hacerlo podría implicar la reapertura de la herida. Es imperativo que sanemos. Debemos curar nuestras heridas. Es hora de reevaluar el juego, revisar nuestros objetivos, consolidar las estrategias.

La Asamblea Nacional Constituyente es nuestra gran Mesa de Diálogo. La que realmente demandamos como sociedad: abierta y pública. Es la alternativa que nos permite el debate necesario para un verdadero acuerdo nacional.




Comentarios